En América Latina, hay levantamientos en varios países gobernados por regímenes títeres estadounidenses.
En Honduras, miles protestan contra Juan Orlando Hernández y su gobierno del Partido Nacional. En Brasil, se están llevando a cabo grandes manifestaciones contra Jair Bolsonaro y sus políticas fascistas. En Colombia, las protestas continúan creciendo contra Iván Duque y su partido uribista Centro Democrático. En Chile, hay enfrentamientos casi a diario con los Carabineros, la policía nacional del país. En Ecuador continúan las manifestaciones contra las reformas neoliberales de Lenín Moreno.
A pesar de pequeñas diferencias circunstanciales, todos estos levantamientos están esencialmente luchando por las mismas cosas. Están luchando por poner fin al asesinato de personas negras e indígenas por defender a sus comunidades. Están luchando para eliminar a los políticos corruptos que permiten que las empresas multinacionales exploten su tierra, su gente y sus recursos. Se oponen a la privatización de los recursos públicos y los recortes a la salud pública, la educación y la vivienda. Están resistiendo la violencia policial y los escuadrones de la muerte apoyados por países occidentales.
Lo más importante es que luchan por la libertad. La gente pobre y oprimida de estos países está luchando para liberarse de los horrores y las limitaciones del sistema capitalista-imperialista global. Quieren un nuevo sistema, una nueva forma de vida, en el que sean libres a vivir en paz, prosperidad y dignidad.

Como revolucionarios latinoamericanos y caribeños, sin duda debemos apoyar estos levantamientos. Si bien existen diferencias en tácticas y demandas, todas están desafiando el mismo sistema capitalista-imperialista que oprime a nuestro continente. Sin embargo, también deberíamos mostrar el mismo apoyo a otro levantamiento en nuestra patria que, lamentablemente, no está recibiendo mucha atención, tanto de los principales medios de comunicación como de la izquierda latinoamericana. Me refiero al levantamiento en Haití contra Jovenel Moïse, que supervisa un régimen violento, impopular y de derecha.
Moïse fue elegido personalmente por Michel Martelly, otro presidente vendido, que fundó el Partido Haitiano Tèt Kale, conocido como el Partido Calvo. El nombre de su partido les sienta bien, no solo porque ambos son calvos, sino también porque han dejado su país calvo. Bajo sus administraciones, las corporaciones multinacionales han saqueado la tierra, la gente y los recursos de Haití bajo el disfraz de “libre comercio”. De 2011 a 2016, cuando Martelly estaba en el poder, las protestas contra el Partido Calvo comenzaron a cobrar fuerza. En 2018, sólo un año después de que Moïse asumiera el poder, las protestas se convirtieron en un levantamiento que continúa hasta el día de hoy.
En noviembre de 2017, el Senado de Haití dio a conocer los resultados de una investigación que realizó entre 2008 y 2016. La investigación reveló que bajo la administración de Martelly, con la complicidad de Moïse, se robaron miles de millones de dólares de la división del programa Petrocaribe de Haití. Petrocaribe es una alianza petrolera caribeña de 18 miembros fundada en 2005 por el ex presidente venezolano Hugo Chávez. Proporciona a los estados miembros acceso a petróleo barato con poco dinero inicial y préstamos a bajo interés. La configuración de pago de Petrocaribe permite a los países miembros comprar petróleo al valor de mercado entre el 5 y el 50 por ciento por adelantado. Con un período de gracia de uno a dos años, el saldo se puede pagar mediante un acuerdo de pago de 17 a 25 años con un interés del uno por ciento si los precios del petróleo están por encima de $40 por barril. Su modelo se basa en la cooperación socialista y el desarrollo económico mutuo entre las naciones del Caribe. Sin embargo, Martelly y Moïse aprovecharon este acuerdo y decidieron llenarse los bolsillos.
En marzo de 2018, cuando Venezuela detuvo los envíos de petróleo a Haití, surgió la escasez de combustible y las masas comenzaron a hablar en contra del gobierno. Cuatro meses después, en julio de 2018, los precios del combustible aumentaron hasta en un 50 por ciento, lo que paralizó al país ya que nadie podía permitirse el aumento. En todo Port-au-Prince, la capital del país, miles de personas salieron a las calles en protesta. Los enfrentamientos entre los manifestantes y la policía se agravaron tanto que los aviones internacionales emitieron avisos de viaje y cancelaron vuelos a Haití. Cagado de miedo, el gobierno de Moïse suavizó los aumentos de impuestos y eliminó a Jack Guy Lafontant como primer ministro, reemplazándolo con Jean-Henry Céant.

En noviembre de 2018, después de que las protestas se desaceleraron un poco, matones armados relacionados con el gobierno de Moïse asesinaron brutalmente a un estimado 25 personas en el área de Lasalin en Puerto Príncipe. Mujeres y hombres fueron asesinados a machetazos. Los cuerpos fueron quemados, algunos mientras aún estaban vivos. Algunos de los cuerpos fueron abandonados en la calle para ser devorados por chanchos y perros. Para empeorar las cosas, sus casas fueron incendiadas. Las mujeres cuyas parejas fueron asesinadas en Lasalin se quedaron sin hogar con niños que alimentar. Lasalin es considerada la comunidad más pobre de Haití, que ya es la nación más pobre del hemisferio occidental, lo que la convierte en la zona cero de la lucha de clases en nuestro continente. Tiene una larga historia de lucha revolucionaria y es la base de apoyo del ex presidente Jean Bertrand Aristide y su partido Lavalas. En Kreyol, Lavalas significa inundación, aludiendo a las masas de personas pobres y oprimidas que frecuentemente han encerrado todo el país en rebelión. Lasalin, que limita con el Mar Caribe, es también el lugar donde los africanos esclavizados fueron llevados por primera vez a lo que ahora es Haití bajo el colonialismo francés.
En 2019, a medida que la corrupción y la violencia sancionada por el estado continuaron bajo Moïse, también lo hizo la lucha por la libertad del pueblo. Ese año, se produjeron importantes protestas en febrero y octubre, en las que cientos de miles de haitianos inundaron las calles de Port-au-Prince en protesta contra el gobierno. La policía mató a decenas, si no cientos, de personas, incluidos periodistas y activistas. Según numerosos informes, mercenarios estadounidenses también estuvieron presentes en Haití durante las protestas para defender a Moïse y reprimir a los manifestantes. Entre estos criminales se encontraban dos ex Navy SEALS, un ex empleado de Blackwater y dos mercenarios serbios con base en Estados Unidos. Según los informes, estos títeres del imperialismo estaban protegiendo al exjefe de la Lotería Nacional, que planeaba transferir 80 millones de dólares de una cuenta bancaria de PetroCaribe a una de propiedad de Moïse. En noviembre de 2019, las escuelas, las empresas, los tribunales y la mayoría de los servicios públicos se cerraron por completo.
Más recientemente, el 15 de septiembre de 2020, cientos de policías haitianos desertaron y se unieron a los civiles en protesta contra el régimen de Moïse. Según los informes, muchos de ellos iban armados y usaban máscaras y prendieron fuego a automóviles mientras hablaban contra el gobierno actual. Esto marcó un punto de inflexión importante en el levantamiento haitiano en curso, considerando que muchos de estos oficiales de policía alguna vez hicieron girar sus armas en sentido contrario a los manifestantes. Como nos ha demostrado la historia, cuando los señores de la guerra no pueden mantener a sus soldados alimentados y pagados, esos soldados a menudo se vuelven contra su antiguo líder y se ponen del lado del pueblo contra el tirano. Esto sucedió en Rusia, China, Cuba y muchas otras naciones con revoluciones exitosas.

Hasta el día de hoy, la gente sigue en las calles de Haití protestando por su gobierno corrupto y violento. Desafortunadamente, la mayor parte de esto ha recibido poco apoyo de la izquierda latinoamericana, que aún lucha por superar los legados impuestos por el racismo, el chovinismo y el nacionalismo burgués. También se olvida la larga historia de las contribuciones revolucionarias de Haití a la liberación de los pueblos oprimidos de América Latina y África. No olvidemos que en 1804, los revolucionarios haitianos Jean-Jacques Dessalines y Toussaint Louverture lideraron la liberación de su país del colonialismo francés. Haití se convirtió en la primera nación independiente de América Latina y el Caribe, la primera república liderada por negros, la primera nación en abolir la esclavitud y la única nación en la historia construida por una revuelta exitosa de personas esclavizadas. Además, muchas de los movimientos contra el colonialismo español en América Latina fueron apoyadas e inspiradas por la Revolución Haitiana.
Es hora de que nosotros, como revolucionarios latinoamericanos, mostremos a nuestros hermanos y hermanas haitianos el respeto que merecen y apoyemos su lucha por la libertad. Hay mucho que aprender del pueblo de Haití, que es el más pobre y oprimido del hemisferio occidental. En última instancia, si Haití no es libre, América Latina no es libre. Como dijo el gran Ernesto “Che” Guevara: “No hay fronteras en esta lucha a muerte. No podemos ser indiferentes a lo que sucede en cualquier parte del mundo, porque una victoria de cualquier país sobre el imperialismo es nuestra victoria, así como la derrota de cualquier país es una derrota para todos”.
Nota: En 2019, ANTICONQUISTA recaudó y envió con éxito $ 700 al movimiento de base en Haití que sirve a la gente como parte de nuestro programa Fund the Resistance.