La lucha nacional para terminar la influencia de los EE. UU. en Venezuela

POR LUWEZI KINSHASA

Desde que el ex presidente Hugo Chávez llegó al poder en 1999, su liderazgo convirtió a Venezuela en uno de los centros clave de las luchas de liberación nacional en el mundo. Más de 16 años después, sus políticas lograron dar forma a una nueva visión de Venezuela y de lo que se conoce como “América Latina”.

Una de las primeras cosas que Chávez y su Partido Socialista Unido de Venezuela hicieron fue retomar el control del recurso petrolero venezolano, del que depende toda la economía de Venezuela.

Todas las estadísticas convergen en la rápida mejora en las vidas de las personas más pisoteadas de Venezuela, como lo muestra Carles Muntaner, un profesor de enfermería. Muntaner observo como durante los últimos 10 años del gobierno de Chávez, el gobierno aumentó el gasto en un 60.6 por ciento (un total de $772 mil millones).

Dirigió la lucha del pueblo de Venezuela para recuperar sus recursos del imperialismo estadounidense y sus títeres en el país.

Muntaner afirma además que el gobierno de Chávez ha erradicado el analfabetismo en Venezuela, por lo que es la tercera población alfabetizada más alta de la región. También hay educación gratuita, desde la guardería hasta la universidad.

Aproximadamente el 72 por ciento de los niños asisten a guarderías públicas y el 85 por ciento de los niños en edad escolar asisten a la escuela. Hay miles de escuelas nuevas y remodeladas, incluidas 10 nuevas universidades.

La Asamblea Constituyente frente a la Asamblea Nacional

Desde que la oposición obtuvo el control de la Asamblea Nacional en diciembre de 2015, su sentido de derecho a ejercer el poder creció exponencialmente. También lo es el apoyo y la creencia de los EE. UU. para el cambio de régimen en Venezuela.

Tres cosas hicieron posible que la oposición tomara el control de la Asamblea Nacional. La alta tasa de abstención entre las masas trabajadoras venezolanas, la fuerte caída en los ingresos del petróleo que sacudió la economía de Venezuela y la burguesía del país que aprovechó esta oportunidad para participar en manipulaciones de escasez de alimentos para desacreditar y desestabilizar al gobierno.

La escasez de alimentos no es tan exagerada como los medios burgueses querrían que creyeras, pero afecta a la clase trabajadora venezolana y a las clases campesinas. No olvidemos que la mayoría de los medios venezolanos son de propiedad privada y están en manos de la burguesía local y de los Estados Unidos.

El New York Times imperialista nos recuerda cómo la oposición tomó el control del poder legislativo.

“Cuando la oposición obtuvo la Asamblea Nacional, dijeron que habría comida, y ahora es aún peor”, dijo Juan Carlos Hernández, un empleado del gobierno de 43 años que dijo que apoyaba al presidente Nicolás Maduro.

La oposición está dominada por colonos blancos y neocolonialistas que abiertamente trabajan para la clase dominante de los EE. UU. Un sector de esta burguesía de colonos abiertamente llama y trabaja por un derrocamiento violento del gobierno de Maduro.

El alto nivel de muertes, incluso de oficiales de la policía, se debe a estos títeres de EE. UU. No se limitan a tácticas electorales; están preparados para usar todos los medios para recuperar el poder.

Atacan los centros de votación y los cuarteles militares, llevan a cabo asesinatos selectivos de activistas antiimperialistas, aterrorizan a las personas en las zonas de clase trabajadora, hacen redadas y, en resumen, trabajan para crear un clima de inseguridad para promover los intereses imperialistas de EE. UU. Saben que tienen el apoyo de los medios tradicionales imperialistas.

El llamado a una Asamblea Nacional Constituyente, ANC, es la respuesta de Maduro a esta realidad. Las elecciones para el cuerpo se llevaron a cabo el 30 de julio. Un ANC por definición tiene una vida corta y termina cuando se completa su misión.

Este ANC revisará la constitución revolucionaria de 1999 y propondrá una nueva en dos años. Ellos tienen el poder de cambiar las instituciones.

La oposición boicoteó las elecciones ANC y organizó una consulta de propuesta contraria el 16 de julio sin la aprobación del Consejo Nacional Electoral, el organismo responsable de organizar las elecciones.

Dado que las elecciones presidenciales están programadas para el próximo año, hay muchas luchas en los próximos meses.

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha llamado a Maduro un “dictador” a pesar del hecho de que ha habido más de 15 elecciones en Venezuela desde que los chavistas llegaron al poder. No puede comparar eso con Arabia Saudita, el amigo de los EE. UU. en el Medio Oriente.

En febrero de 1989, lo que hoy se conoce como el Caracazo, un gobierno pro-yankee masacró a más de 500 manifestantes opuestos a la subida de precios de los costos de transporte, alimentos y otras necesidades básicas.

Esto no quiere decir que no haya problemas en Venezuela o que todo lo que ha sucedido en los últimos años haya sido un éxito. No se puede ignorar las luchas que el gobierno bolivariano ha experimentado ya que el mundo entero tiene sus ojos puestos en Venezuela.

Chávez representó un rayo de esperanza para las personas oprimidas de todo el mundo. Su acceso al poder ha socavado la influencia de Estados Unidos en Venezuela y en la región. Pudo politizar el ejército y ganar fuerzas patrióticas dentro del ejército para apoyar la Revolución Bolivariana, lo que dificulta a los EE. UU. lanzar fácilmente un golpe que capturará el poder en beneficio de ellos y sus títeres venezolanos.

Está claro que, independientemente de las contradicciones dentro del liderazgo chavista, los colonos colonialistas, compradores y burócratas alineados con la oposición de Europa y de otros lugares deben ser aplastados para permitir que la Revolución avance.

La agenda de los Estados Unidos en Venezuela es agresión y saqueo

El anuncio de una nueva ronda de sanciones de Estados Unidos contra Maduro y su líderes era predecible en contraste con la rápida condena de Estados Unidos al gobierno venezolano, así como hacia Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Ecuador, Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Granada y la Federación de Saint Kitts y Nevis. Todos ellos son miembros de la Alianza Bolivariana de Izquierda por los Pueblos de Nuestra América, o ALBA.

“Nuestro pueblo busca la armonía, la integración y aquí tenemos una declaración de apoyo total incondicional a la democracia venezolana, su presidente electo democráticamente y las personas que han defendido valientemente sus derechos y soberanía”, dijo a los periodistas el secretario general del ALBA, David Choquehuanca.

Este es solo el último ejemplo de agresión estadounidense en América Latina y el Caribe, desde el robo de la mitad de México en 1848, el derrocamiento del guatemalteco Jacobo Árbenz en 1954, el derrocamiento del chileno Salvador Allende en 1973, la capacitación y la financiación en el 1980s de los escuadrones de la muerte de derecha para destruir las revoluciones en Centroamérica, el fallido intento de golpe contra Chávez en 2002, el derrocamiento del haitiano Jean-Bertrand Aristide en 2004 y el derrocamiento del hondureño Manuel Zelaya en 2009.

Todo esto muestra que son los EE. UU. los que representan una amenaza estratégica para la libertad y para todas las personas amantes de la paz en América Central y del Sur.


Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés por The Burning Spear el 12 de septiembre de 2017 y traducido al español por ANTICONQUISTA el 25 de octubre de 2017.

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